Las mejores épocas de nuestras vidas son aquellas en las que acopiamos el suficiente valor como para rebautizar nuestra maldad como lo mejor que hay en nosotros"

Friedrich Nietzsche

jueves, 6 de noviembre de 2014

Quiero Equivocarme!

Tiemblo! Por la danzante procesión de los muertos. Por la dolorosa certeza del futuro, por la ironía de los hombres!

La sangre y la muerte se acercan; asechando los juegos idílicos de los infantes, los cantos felices de las madres, el sudor del buen trabajador!

Muerte tras muerte y más muerte. La Gran Guerra se aproxima; alojada ya en los corazones de los hombres, poblando sus sueños y sus verdades!

La guerra comenzará en el este, entre ciudades antiguas y dunas indomables. La necesidad del hombre de matar a otros; de alegrarse con la destrucción de los niños!

El Gran Hombre sentado en su trono ríe por lo bajo, sabiendo cumplido su destino. Su cruel labor ha comenzado!

 Bajo su apariencia de piedad se oculta una bestia no humana; salida de las profundidades del Abismo. Cuan insondable es su maldad para con el alma humana, sólo los Arcanos conocen sus menesteres!

Ricos hombres se sientan con regocijo; ríen y hacen bromas mientras hoyan con sus pies sucios los cadáveres de los inocentes. De las criaturas de más allá del Sol!

Cinco hombres pasarán y sus manos apoyarán con firmeza; las lágrimas inundarán sus ojos y reclamarán venganza!

La Hora de la Ira ha comenzado. Una pelea sin vencedor, sólo la muerte lo sabe!

La Gran Madre; el Dragón se alzará reinante en los aires protegiendo su nido. A su sombra no habrá daño; ella es demasiado fuerte!

Tierra arrasada, ciudades cristalizadas, llantos sin sonido. Un hombre se alzará y reclamará su trono. Su venganza es inescrutable, sus designios sublimes!

Las hordas del oriente barrerán con todo; ciudades arderán. Los selváticos se alzarán con sus manos en altos, los horrores más infames allí sucederán. Muerte sin razón, muerte por la muerte!

El Gran Hombre ríe inexpugnable en su trono. Reirá tres años y tendrá siete de infelicidad. Sus ciudades destruidas por la más malditas de las conjuras!

Buenos hombres haciendo buenas obras, ya nadie quiere nada. Bajo el Gran Hombre su reino caerá; se desmoronará estrepitosamente!

Sus antiguos aliados vendrán a reclamar sus cuentas pendientes. Los dioses de la muerte vendrán sin piedad, llenarán sus gargantas con la sangre de los hombres!

Cuando quiera tomar su reino y huir, el Gran Hombre morirá por las manos de los suyos; fue sólo una pieza en el Gran Juego!


En todo el mundo las consecuencias se verán, en la tierra de la primavera aparecerán luces. Todo habrá cambiado, el ser humano no será el mismo. La naturaleza sonreirá y le dará a los que viven un segundo aliento!

martes, 4 de noviembre de 2014

Los Arcontes del Destino

Dios Zeus, asociado al águila
Hace unas semanas mientras veía en Youtube una regresión hipnótica del hipnotista italiano Calogero Grifasi a una paciente, esta refirió que después de la muerte de cada una de sus vidas anteriores, la presente y las futuras (recordemos que el tiempo no existe de forma lineal) iba siempre a un mismo lugar. Era un planeta en alguna parte de nuestra galaxia dónde todas las almas arribaban después del desprendimiento material y allí revisaban sus vivencias. Lo interesante era que una vez cumplido su proceso allí eran enviadas de nuevo a alguno de los planetas habitados con vida material para repetir las lecciones no asimiladas y para tomar experiencias nuevas. Pero la clave del asunto no vino hasta que Calogero preguntara a la mujer por el “director” de aquel lugar; la respuesta que recibió es que aquel ser era conocido como Zeus.

Zeus era pues el Protector, el Guía Supremo que orientaba la “Rueda de las Reencarnaciones” de los seres que asumen existencia material. Su fisionomía era la de un dios con cuerpo humano y con cabeza de águila que gobernaba sobre los planetas de experimentación y sobre el renacimiento de los seres. Era a su vez, un legislador que infundía un temor reverente y ordenaba  cuales eran las lecciones que debía adquirir cada ser.

Dios Horus, con cabeza de halcón
En respuesta, cada uno se estos seres en experimentación se “comprometía” con él en experimentar cuantas veces fuera necesario. En el caso de esta paciente de Calogero Grifasi en particular llamaba la atención que veía cada reencarnación como un reto y tenía una marcada propensión a probar. Cuando se le preguntó si aquel dios se llamaba Horus (por la clara asociación a este dios supremo con cuerpo humano y cabeza de halcón), la paciente dijo que Horus era su “hermano” y que sojuzgaba junto con el dios de cabeza de águila; siendo ambos parte de una raza de homínidos con testa de ave rapaz. 

Cuando el terapeuta le preguntó directamente a esta divinidad que pasaría si una persona decidiera dejar de reencarnar, desobedeciendo sus designios, Zeus respondió que cada alma o ser tiene libre albedrío y podría dejar de hacerlo; aunque esa no era la idea de nuestra existencia espiritual.

Mi asombro, no obstante, llegó más tarde cuando hice una pequeña investigación sobre la filiación del dios Zeus de la mitología griega y el águila. En efecto, el águila es el animal representativo o totémico del rey de los Dioses Olímpicos; siendo la Flammiger Ales la expresión más augusta del ave que trabaja en su nombre en un buen número de relatos míticos. Además, es Zeus el dios que representa el poder del Universo ordenado y arrebatado al reinado infame de los Titanes; criaturas primordiales y bestiales que asumen el papel del caos primigenio.

Asimismo, Zeus es el dios del rayo y de las tormentas (el rayo era un elemento que compartía la imagen de este “Zeus astral”), gobernante del mundo y del destino de la Humanidad en su conjunto. Este último es un dato muy interesante porque concuerda con la descripción del dios arcano de la mujer hipnotizada.
Prometeo en su castigo eterno

En arreglo de estos conceptos, a mi memoria viene también el relato de Prometeo. Aquel hijo de Zeus que le ofreció al ser humano el fuego que le permitió aproximarse peligrosamente a los dioses en contra de la voluntad de su padre. Recibiendo por tal osadía en algunos relatos el castigo de ser devorado diariamente por un águila gigante, sin duda la Flammiger Ales, enviada por su progenitor. Es curioso reconocer que dicho mito puede encontrar eco en el relato bíblico del Árbol del Bien y del Mal, y del posterior castigo de Adán, Eva y la Serpiente.

Cuando entendí esto, y siguiendo una corazonada, me di a la tarea de buscar otros dioses del rayo en otras mitologías y encontré correlaciones fascinantes. Descubrí una larga lista de dioses indoeuropeos, mediterráneos y asiáticos que pueden responder a las reminiscencias de aquel Zeus referido por aquella paciente en estado de hipnosis.

Así pues, comenzando con la lista menciono a Taranis dios principal de la mitología celta de los pueblos de la Galia y Britania. Era conocido por el apelativo del “Atronador”, era a su vez dios padre y regente del Cielo, rey del trueno, de la luz, de la Rueda Cósmica (conocida en otras culturas como la Rueda de las Reencarnaciones), señor de las estaciones, del día, amo del Infinito, regente de la agricultura y asociado a la naturaleza vegetal. Llamativas coincidencias con el Zeus mítico y astral referido en sesiones de hipnoterapia.
Dios Thor, vinculado al rayo
Por su parte, encontramos también a Thor en la mitología nórdica y germánica amo de las plantas, la agricultura, el trueno, el clima, protector de la Humanidad, la sabiduría, la magia, las runas. Era además reconocido como dios de la guerra que había logrado acabar con hordas de gigantes abominables del comienzo de los tiempos. Del mismo modo, podemos hablar de Indra rey de los dioses y deidad suprema en la antigua religión védica. Es también el señor de la tormenta, el rayo, la vegetación y la guerra. Es aquel que todo lo sabe y que ve todas las cosas que pasan en el mundo. Se dice que tiene miedo de perder su lugar como Regidor de la Creación y por eso manda huestes de prostitutas celestiales a desviar a las almas más evolucionadas entre los hijos de los hombres, de tal modo que nunca lleguen a alcanzar Su nivel de evolución.

De otro lado, siguiendo el rastro indoeuropeo de esta figura arquetípica encontramos a Perún; dios supremo del panteón eslavo. Amo del rayo y el trueno. Representado indefectiblemente por el águila y por el toro. Señor del firmamento, el fuego, las armas y la guerra. Si mencionamos, a su vez, a los pueblos mediterráneos descubrimos a Tinia dios principal de la mitología etrusca; amo de los cielos, el rayo, las lanzas y la guerra, de los cetros (que implican dominio y realeza), además de ser el Regente del paso de Tiempo. Es sorprendente ver hasta aquí al mismo personaje: representante de la fuerza masculina, simbolizado por el águila, destructor de gigantes y ordenador de la Creación, señor del rayo y el trueno, amo de la guerra, de la agricultura y la vegetación, rey de los cielos y regente de los ciclos cósmicos y espirituales.

Dios Teshub, asociado aquí a la rueda 
Pero la semejanza no termina ahí, también podemos referirnos a Haddad dios asirio de las tormentas y los truenos, las lluvias y las plantas. Dios asociado a un toro salvaje. Igualmente, encontramos a Teshub dios principal de la religión de los pueblos hititas. Señor guerrero vinculado al toro y aniquilador del Dragón. Amo de la Tormenta y de sus manifestaciones y consecuencias naturales. Finalmente, al otro lado del mundo, en China se destaca el dios Lui-Sin. Cuyo atributo es el trueno y el rayo; y se le suele presentar como una figura monstruosa rasgando el cielo con su enorme pico de águila.

De este modo, encontramos en diferentes tradiciones del mundo (algunas separadas por miles de kilómetros) un mismo arquetipo; este es el de un dios gobernante, supremo, asociado a la agricultura, la guerra y el poder. Asimilado en algunos casos también a la “Rueda de las Reencarnaciones”. Un ser que se ve a sí mismo como un Protector de la Creación, un ordenador que está vinculado principalmente al águila, pero en ocasiones también al toro.

Asimismo, Volviendo a los datos aportados por la hipnoterapia de Calogero Grifasi, encontré otra sesión con una paciente diferente que puede hacer referencia al mismo escenario (pongo la dirección en Youtube aquí   http://www.youtube.com/watch?v=0SO7I_FeMV0). Es importante destacar que en esta oportunidad se ilumina la misma figura desde cuatro luces diferentes. En primera instancia se habla de este ser desde la perspectiva de la paciente en el estado entre vidas materiales; es decir en un momento de existencia más sutil donde se revisan los elementos no aprendidos y por aprender de la experiencia material. Allí la paciente se refiere a un ser que podría ser enganchado con la imagen que ya nos hicimos del Zeus astral, aunque no lo menciona con ningún nombre en particular.

Arconte en la mitología moderna
La mujer se refiere a él como un Ser Supremo, sin nombre, siendo él quién decide en el proceso de reencarnación, es además quién advierte que si un alma rechaza reencarnarse tendría un retroceso y no lograría evolucionar para ayudar a otros seres. Es aquí cuando la hipnosis toma un giro inesperado y el terapeuta se dirige directamente a este ente y lo interpela, lo que se puede recopilar de las palabras de este ser se enmarca en que él realmente no es un Ser Superior, pero si es está muy cerca del Ser Superior; siendo así algo como un intermediario entre Dios y los seres que experimentan los ciclos de reencarnación. Se ve a sí mismo como un Protector y nos recuerda que los seres humanos debemos aprender aquello que esta designado para nuestra evolución, que no estamos preparados para dejar de encarnarnos y que si lo hacemos quedaríamos en el “espacio”.

Posteriormente, el alma o ser astral de aquella paciente se comunica con una entidad de otro planeta con un grado evolutivo más alto y le pregunta por aquel Ser. Esta entidad se refiere a él como un Ser Superior y un Protector que se asegura que todos los seres en aprendizaje material asimilen aquello que debe asimilar. Es aquí cuando Calogero toma una vía bastante audaz y orienta al cuerpo “astral” de la paciente hacía el Origen de Todo; este es pues un lugar con muchos nombres y se destaca por ser un emplazamiento donde reina la paz, la tranquilidad y el entendimiento. Una vez allí se le pide que observe a ese Ser considerado como superior. La paciente refiere que definitivamente no es un Ser Superior y que tiene un entendimiento limitado del Universo que cree que se debe seguir determinado proceso forzosamente siendo esto un autoengaño para Él mismo.

En adición, la paciente una vez en aquel lugar entiende que se reencarna para aprender y entender que el cuerpo físico y las situaciones no son limitaciones para la potencialidad del Ser (entiéndase como el Ser de cada uno), que la idea de todo este asunto que llamamos vida es llegar a comprenderlo todo; pero que con sólo llegar hasta allí, el Origen de Todo, ya se comprende todo y no es necesario seguir la voluntad de aquel ser que se autodenomina el Protector. De hecho afirma, que la mayoría de los seres que llegan a ese sitio/estado llamado El Origen de Todo deciden volver a los mundos y reencarnar para ayudar a otros seres en sus procesos de entendimiento.

Arconte en la mitología moderna
Es en este punto, donde la paciente revela que se trata de más de una entidad regente y que se autodenominan los Protectores. Siendo seres que llegaron a ese rol porque decidieron dejar de reencarnar y se autoerigieron en aquella posición. En general son seres benéficos que tratan de asegurar que el ser “experimentador” evolucione, aprenda pero a veces asumen que hay un solo camino para tal fin; siendo este camino el que ellos mismos experimentaron en su propio proceso de encarnaciones y que tercamente manifiestan como el único. Influenciando de este modo, en ocasiones negativamente, los procesos propios de otros seres. De hecho, cuando se le pregunta a la mujer por los “arcontes” ella dice que son cuatro, siendo seres que trabajan en el planeta Tierra ayudando a evolucionar al ser humano y que la mayoría de las veces son positivos y ayudan a aquel que lo necesita.

Llegando un poco más lejos se pueden asociar las imágenes del dios águila Zeus y de los arcontes con algunas doctrinas religiosas y esotéricas. Pero antes de continuar debo señalar que dicha palabra tiene su origen en el idioma griego y se utilizaba comúnmente en la antigüedad para referirse a una amplia variedad de cargos administrativos y de regentazgo a nivel regional o local.
Demiurgo gobernado el globo

En arreglo a lo anterior, me referiré tangencialmente al antiguo gnosticismo cristiano. Esta corriente del Cristianismo primitivo abogaba que el mundo material y el cuerpo del ser humano en si no eran más que el producto de la creación de un ser que se autoproclamaba dios y que estúpidamente había hecho todas las cosas equivocadamente. Dicho ser se denominaba el Demiurgo y estaba asistido por algunos ángeles malvados llamados arcontes. Es aquí donde debo admitir que no comparto la visión “fatalista” de dicha corriente de pensamiento, por la sencilla razón que no creo que “todo lo bueno” se encuentre en el mundo de las ideas o en el espíritu y que “todo lo malo” se manifieste pesadamente en lo físico; en pocas palabras no soy platónico. En nuestra dimensión y en el nivel vibratorio en el que nos encontramos cada polo necesita del otro y siendo así más bien complementarios.

Por otro lado, si recurrimos al ocultismo moderno encontramos una reveladora y sugerente cita de Madame Blavatsky la precursora de la Teosofía, entre otras corrientes de pensamiento: “Los cuatro seres celestiales son los protectores de la Humanidad y también los Agentes del Karma en la Tierra” (DSI, p 126). Aquí se habla de cuatro seres que controlan la “Rueda de las Reencarnaciones” en nuestro planeta y que se pueden asimilar a los arcontes referidos por las pacientes de Calogero Grifasi!

Ahora bien, según la primera paciente referida en estas líneas uno de dichos arcontes se trata de un ser con cabeza de águila que tiene por nombre Zeus. Asimismo, indagamos a través de la segunda paciente que se trata de cuatro arcontes destinados al planeta Tierra. Por su parte, Madame Blavastsky puntualiza brevemente sobre su naturaleza y su función. En adición, en múltiples tradiciones esotéricas o religiosas son considerados los Registradores del Universo, garantes del Karma, seres dotados de una inteligencia universal representados al lado de Dios y por tanto seres muy elevados en la escala de la Creación. Pero, podemos saber algo más de estos cuatro Regidores del destino de la Humanidad?

Cuatro Seres Vivientes del Apocalipsis
La respuesta viene del lugar menos esperado para una búsqueda de este tipo. En el libro del Apocalipsis en el capítulo 4 se habla de unos seres que están a los pies del Trono de Dios; son llamados los Seres Vivientes y tienen unos atributos muy especiales. Además de tener ojos por todo el cuerpo, incluyendo en su interior de manera que ven todo lo que pasa en el trasegar de la vida de cada ser humano, uno de ellos tiene cabeza de hombre, otro tiene cabeza de león, otro tiene cabeza de toro y el último tiene cabeza de águila. Que similitud con el Zeus astral, Regente de los seres humanos!. En este pasaje de la Biblia se habla de ellos como adoradores de Dios, pero en otros apartes se los refiere como escribas y administradores de la Humanidad, y como tal testigos de las acciones, pensamientos, palabras y omisiones de cada hombre, mujer o niño ante el Trono del Creador.

Seres Vivientes de la visión de Ezequiel
Pero las referencias bíblicas no terminan ahí; en Ezequiel capítulo 1 se habla de la visión que tuvo este profeta del Trono de Dios. En resumen ante él  aparecieron inicialmente cuatro seres dotados de cuatro caras, una de hombre, otra de león, otra de toro y una última de águila. Seres con varios pares de alas y con patas de becerro que caminaban hacia las cuatro direcciones de la Tierra desde un punto central; simbolizando así los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos, las cuatro estaciones, etc. Pero lo más interesante es que a cada uno de estos Seres Vivientes le acompañaba una rueda que demostraba sinergia con los movimientos su Ser correspondiente. El profeta Ezequiel es aquí enfático al decir que la rueda seguía a cada Ser Viviente: “Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas” (Ez 1:21). No es acaso esta rueda una referencia directa a la famosa “Rueda de la Reencarnación”? Si es así, no está en consecuencia esta experiencia terrenal fuertemente influida por estos Seres Vivientes?

Representación antigua de un Lamassu
Igualmente, y cambiando un poco la luz con la que se mira este tema nos vemos evocados a mencionar a los Lamasu. Estos seres tiene una cabeza humana, cuentan con un par de alas de águila, tienen cuerpo y cuernos de toro y sus garras son de león (no obstante hay ligeras variaciones entre diferentes representaciones de esta entidad). Este ser mítico reúne todos los atributos de los seres vivientes de Ezequiel, sólo que con divergencias anatómicas. Lo llamativo aquí es que estos seres se encuentran ya en las estelas y mitos de los antiguos sumerios; la civilización humana más arcana de la que se tiene registro!. Estos seres eran divinidades protectoras del hogar y de la Humanidad para estos primeros pueblos, permeando el arquetipo a prácticamente todas las culturas del Próximo Oriente en diferentes periodicidades cronológicas. De hecho, la traducción de Lamassu al acadio es Kuribu de donde viene la palabra Querubín, heredando también sus atributos y significados; la única diferencia es que el querubín del Cristianismo sólo tiene forma de hombre con alas.

En efecto, es curioso que para algunas corrientes místicas cada uno de estos Seres Vivientes se asocia a uno de los ángeles, arcángeles o querubines (dependiendo de la jerarquía angélica que se consulte) principales de la tradición judeo-cristiana. Así Miguel se relaciona al León, Gabriel al Hombre, Rafael al Toro y Uriel al Águila. En este orden de ideas puede ser Uriel otro nombre atribuido a Zeus, Taranis, Thor, Lui-Sin entre otros?

Dios sumerio con cabeza de águila
Del mismo modo, seres con fisionomías iguales al Zeus astral hacen parte de los grabados más antiguos de las culturas sumeria y egipcia. Así, como en múltiples tradiciones mitológicas-religiosas del mundo entero adoptan diferentes deidades o seres con cabeza o rasgos taurinos, felinos o simplemente humanos. Así pues,  bajo cuantos nombres?, en cuantas culturas se han representado y manifestado estos Regentes de la Humanidad?. Cuál es su verdadera influencia en nuestra vida diaria? Cuál es su poder sobre nuestro karma y sobre nuestra evolución? Hasta dónde debemos escuchar su voz y desde dónde debemos alejarnos de sus designios? No son hasta cierto punto los guardianes de nuestra prisión kármica? No son acaso como padres protectores que quieren guiar a sus hijos, cortándole las alas inconscientemente para evitarles mayor dolor y sufrimiento? Acaso existen esos elementos dañinos de los que nos quieren proteger estos Seres Vivientes y no serán tal vez estos peligros fruto de Sus propias sombras? Puede ser posible que la imagen de ese Indra inseguro y celoso respecto al ser humano, pueda ser aplicable los Seres Vivientes?. Multitud de preguntas nacen aquí!.


Finalmente, lo único que puedo hacer es votos por entender un poco más este asunto de los Protectores, su influencia, su labor y nuestra verdadera posición respecto a ellos mismos y su voluntad.