Las mejores épocas de nuestras vidas son aquellas en las que acopiamos el suficiente valor como para rebautizar nuestra maldad como lo mejor que hay en nosotros"

Friedrich Nietzsche

lunes, 3 de febrero de 2014

Testimonios de Locura

Testimonios de locura. De desfachatada incoherencia y vulgar desatino vienen a mi mente como peligrosas y extravagantes criaturas de mi inconsciente. Hoy no me siento bien y trato desesperadamente de aferrarme a algo que me mantenga con los pies en la tierra.

Siempre he sido un loco, siempre lo seré,  pero un loco controlado, medicado, sujeto por las buenas indicaciones médicas de la psiquiatría, el apoyo psicológico y los buenos oficios propios y de mis relativos para mantenerme en un sano “balance” entre el caos que tengo dentro y la necesidad de encajar en una sociedad despiadada y psicótica.

Mis sueños me envenenan. O tal vez sólo me dejan ver a través de un caleidoscopio psicodélico el veneno que almaceno en lo más profundo de mí ser y cómo éste entra en acción. Anoche soñé muchas cosas extrañas, de las que no conservo más una sensación de vacío y abandono casi absoluto.  Un anulador sentimiento de desconsuelo, de vulnerabilidad, de intrascendencia.

Ahora mismo me siento en un sueño, la irrealidad interpreta lo que ven mis ojos cómo un espacio onírico, un espejismo. No creo que ésta sea la realidad, no es más que una farsa; en el mejor de los casos es una obra de teatro dónde todos elaboramos nuestros propios  papeles movidos por el miedo y la codicia. Esclavos de todo aquello que no queremos para nosotros  y de todo aquello que si queremos en nuestras vidas.  Habrá forma de romper el ciclo?
Me esfuerzo a diario por asumir una vida “normal”. Pero vale la pena eso? Es válido suponer que no veo la locura a que llamamos “realidad” y que no percibo la intrascendencia de mi vida; la misma que la de la mayoría de los otros seres humanos. Qué triste destino  este de vivir solamente para acumular cosas materiales o para comer, dormir, ver televisión y reproducirse o para servir a un Dios lejano o para tener “éxito” profesional mientras se vende el alma en el camino o para gastar  los días dándole placer a los sentidos o utilizarlos quejándose de la mierda de país, de ciudad, de mundo en el que vivimos o para vegetar en  una existencia que mezcle dos o más de estas opciones!.

Qué hemos hecho con nosotros mismos? Por qué hemos escogido esta incompletitud, esta falta de significado? Por qué  hemos alimentado el miedo y la codicia con los frutos que produce nuestra alma? Cómo darle equilibrio al caos y a la paz?  Cómo conseguir lo inalcanzable?

Es hora de recurrir, corriendo cómo lo hace un niño que necesita a su padre, hacia los brazos maternales de Dios! Obviamente no hablo del dios cristiano, el judío o el musulmán; sino del Dios que está en todos y lo es todo. Aquel Dios del que  yo soy una pequeña parte. Algo así cómo una célula que clama por ayuda al organismo al que pertenece; para no estallar en medio de una crisis existencial!



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