Con el advenimiento de las
grandes religiones monoteístas, o pseudomoteístas en el caso del Cristianismo,
el ser humano perdió lo que en otro tiempo era un derecho inalienable: poder
adorar a sus propios dioses. Pero esta realidad antes incuestionable no se
detenía ahí; en el pasado se podían escoger los dioses en los cuales creer, a
los que adorar y a los cuales servir. He aquí donde nace la esclavitud de las
religiones actuales: la obligatoriedad del dogma, la cosmogonía y la
automutilación multidimensional con el único fin de satisfacer las necesidades
de una estructura religiosa que dice ser la representación del dios único sobre
la Tierra.
Es precisamente la reivindicación
de este derecho sagrado lo que me dispongo a dibujar en estas líneas. Pero
antes debo aclarar que para mí la adoración de uno o varios dioses no es en
esencia repetir una serie de rituales sin profundidad de contenido y valor
simbólico personal. Por el contrario, es más bien nutrirse del arquetipo que
cada dios representa amándolo, viviéndolo, meditándolo. Enmarcando este proceso
de estructura en una convergencia hacia el centro, lo que es lo mismo que
moverse en una tendencia hacia la integración del propio ser. Alineando los ciclos
con uno mismo, lo que es igual que dirigirse a través de un viaje interno hacia
el Todo.
De este modo, he escogido mi
propia triada divina: Buddha, Shiva e Inanna. Cada uno de ellos con aspectos,
en apariencia, contradictorios y otras veces complementarios. Cabe destacar que
encuentro en su conjunto un discurrir lógico de la cosmogonía en la que creo.
Ahora bien, esta sagrada trinidad no implica exclusividad religiosa. De hecho,
estoy dispuesto a incorporar otros dioses, espíritus de la naturaleza, entes
sobrenaturales, formas filosóficas, mentales, espirituales o cosmogónicas en mi
panteón. Como el ángel de la muerte por ejemplo. No obstante, el énfasis se
hará sobre esta triada, sin extrapolar el concepto del dios único a la misma.
En este orden de ideas, lo
primero que quiero resaltar es que los tres arquetipos (léase dioses o
viceversa) adoptan una actividad preponderante. Así Buddha medita en posición
de loto, Shiva ejecuta la danza cósmica de la destrucción y la creación e
Inanna hace el amor con sus amantes a la par que la guerra con sus enemigos. De
este modo, encuentro que cada una de estas actividades tiene un significado en
múltiples dimensiones. Siendo pasibles a interpretaciones diversas y
simultáneas en los ámbitos psicológico, moral, filosófico o espiritual.
En consecuencia, si analizamos a
Buddha nos encontramos en un extremo del espectro. La actitud de meditación, de
introspección, de “encontrar la verdad dentro” resulta vital para la cosmogonía
que se propone. Del mismo modo, esa premisa que dice que la verdad está dentro
de cada uno de nosotros y que cada uno debe hallar su propia senda orienta esta
manera de ver al mundo. Así Buddha es el arquetipo (el dios, el maestro) de la
meditación, la reflexión, la enseñanza y la apertura despierta del ser.
Teniendo como bases morales:
- Actitud reflexiva frente al otro, pensando
siempre antes de actuar. Dominando nuestras pasiones en momento críticos.
- Tener consciencia en cada acto de la vida. Esto
es hacer a los otros lo que queremos que otros hagan por nosotros. Esto
entendido bajo la metáfora de los infinitos brillantes que forman la red divina
de Indra. Como es obvio, todo está interconectado el concepto de separación es
sólo una ilusión de Maya.
Por su parte, desde el punto de
vista psicológico Buddha ofrece:
- ·
Una comprensión del “yo” como un agregado
psicológico, no como un ente por sí mismo. Por tanto, dicha construcción es
mutable.
- ·
No nos debemos guiar sólo por el ego, pero
debemos escucharnos, reconocernos, aceptarnos, amarnos. Se debe incluir a la
sombra o aquellos aspectos menos reconocidos, aceptados, amados o luminosos de
nuestro propio ser.
- ·
No se trata de huir del dolor, sino de
desprenderse de los apegos para así darse cuenta que el dolor producto de los
apegos es ilusorio. Porque representa un concepto de separación que realmente
no existe.
Si se lo ve desde el punto de
vista filosófico encontramos en Buddha:
- ·
Nada es permanente, todo cambia. Pero todo
vuelve al mismo punto, pero con una forma diferente.
- ·
Todo está interconectado con Todo. Red divina de
Indra. No hay separación.
- ·
Un objetivo es darse cuenta de Maya, de la
matriz de la ilusión.
- ·
No debe haber apego, ni siquiera a los
conceptos.
Finalmente, desde lo espiritual
nos fundamentamos en Buddha:
- ·
La liberación del apego, se da a través de la
aprehensión de la verdad.
- ·
El resultado de todo esto es la sublimación y
sutilización de la existencia.
El segundo elemento de esta
triada es Shiva. El dios de la creación-destrucción del Hinduismo. Es el
espíritu masculino primordial, el señor del Tantra: la sexualidad como
experiencia divina. La fuerza de la destrucción y la renovación; del cambio. En
su danza cósmica ejecuta precisamente este ciclo. A pesar de ser el dios de la destrucción y la
muerte, es el dios más benévolo de todos. Trayendo muchas veces estos fenómenos
por compasión con los seres que sufren. Es el patrono del arte y de la música;
siendo estas expresiones también de la divinidad.
En este sentido, desde el punto
de vista moral Shiva:
- ·
Es el dios más benévolo de todos. El más
compasivo, movido por la piedad con todos los seres. Llega también a
sacrificarse por otros, cuando estos lo merecen.
- ·
Es el dios que protege la naturaleza y los
animales. Nos enseña a cuidarlos por la divinidad que encarnan en esta realidad
tangible.
- ·
Es un dios equilibrado entre las fuerzas del “bien
y el mal”. Dice la leyenda que tiene buenas relaciones con todos los seres;
desde demonios hasta dioses de luz. Sin discriminar a ninguno o tomar partido
por uno de los “bandos”.
Por otra parte, psicológicamente hablando
encontramos que:
- ·
El yo no es algo estático, siempre cambia. Así
como las cosas en lo que llamamos realidad cambian gracias a su danza de
destrucción-creación.
- ·
La muerte hace parte de la vida, la vida no
existe sin muerte. Por tanto, no hay que temerle. Del mismo modo, no hay que
temer a vivir intensamente.
- ·
Shiva es el dios de lo desconocido y lo
indomable del mundo natural. Pero también lo es de la naturaleza humana. Por
tanto, debemos ahondar y conocernos a nosotros mismos; nuestra propia
naturaleza.
- ·
Representa el caos, todo lo distinto, lo
incomprendido por el hombre. No debemos comprender todo.
Asimismo, desde un punto de vista
filosófico tenemos que:
- ·
Todo cambia. Todas las estructuras deben ser destruidas
por Shiva para generar renovación. La muerte es vida. La destrucción es
creación.
- ·
Shiva es la fuerza masculina primordial. Es todo
lo que se mueve y rompe el entramado estático de la vida. Shiva es impulso
vital.
- ·
Dios de la causa y el efecto. Todo tiene una
consecuencia; una respuesta opuesta de misma intensidad.
- ·
Además, es el dios de la sabiduría. No es
suficiente la devoción sin el conocimiento.
Por último, desde una dimensión
espiritual podemos dilucidar que:
- ·
Tener presente que todo cambia, por tanto son
inútiles los apegos. Se busca disfrutar la belleza de la renovación.
- ·
Shiva es el dios de la compasión, la muerte y la
sanación. Elementos vitales para el ser humano.
- ·
Shiva no adopta dogmas rígidos y anquilosados.
- ·
Debe haber siempre un equilibrio entre las
fuerzas “antagónicas” dentro del ser.
Finalmente, para cerrar la triada
encontramos a Inanna. Ella es la diosa de la fuerza femenina primaria. Es la
diosa del Tantra (meditación, éxtasis e iluminación a través del sexo), es la diosa
de la guerra y del amor. Ella es la
amada y la que ama. La que exige sacrificios, pero da su propia carne y sangre
por aquellos a quienes ama.
La muy amada Inanna nos enseña
desde lo moral:
- ·
Respetar a nuestros amigos y enemigos, valorando
la persona que hay detrás. Hacer esto con todas las personas, intentando ver más
allá de lo evidente. El trasfondo y valor de cada persona.
- ·
Es obligación defenderse, si es posible
justamente, ante cualquier agresión. Debe ser de importancia capital el
autorespeto y la lealtad con uno mismo.
- ·
Con los amantes se puede jugar a cualquier cosa,
siempre que haya seguridad y consenso.
- ·
Debe haber siempre un equilibrio entre
autorespeto y respeto por los demás.
Psicológicamente Inanna nos da
herramientas como:
- ·
Es vital el análisis de la sombra, hasta llegar
a amarla, respetarla e incorporarla. Entendiéndose como todos aspectos que hemos
rechazado de nosotros mismos en un proceso adaptativo hasta el presente.
- ·
Debe haber siempre una autoexploración en todo
sentido.
- ·
Se debe amar el cuerpo como la herramienta más
valiosa para ese proceso de autoconocimiento.
- ·
Debe haber una liberación de todos aquellos
conceptos o elementos que nos atan y no nos dejan ser completos y felices. Para
esta liberación a veces es necesario hacer una guerra santa interna.
- ·
La naturaleza es nuestra madre, como dependemos
de ella y de ella venimos debemos preservarla.
- ·
El autovalor depende de uno mismo, jamás de los
demás. Valemos por lo que somos, no tenemos que mostrar nada a los demás.
Igualmente, desde el ángulo filosófico
encontramos que:
- ·
Inanna es la fuerza femenina primordial. Aquella
que sustenta, ama y lucha.
- ·
La autoexploración es uno de los fines de la
existencia. Se debe dar una aceptación de la propia configuración del ser.
- ·
Todos los seres humanos somos iguales, por tanto
debe haber respeto y consideración para todos.
Para terminar, desde el punto de
vista espiritual derivamos de Inanna:
- ·
El conocimiento propio es una de las tareas de
Dios que efectuamos nosotros. Es nuestra tarea.
- ·
Se busca una liberación del apego. Un
autoconocimiento sin estancamiento.
En última instancia, hace falta
puntualizar un par ideas en lo referente a esta cosmogonía:
- ·
Debe haber un equilibrio moral, psicológico,
filosófico y espiritual. Una compensación entre el lado oscuro y luminoso de
cada uno de nosotros; produciendo así un estado de completitud. Las fuerzas
complementarias siempre deben estar en equilibrio.
- ·
Esta es una visión del mundo panteísta. Es
decir, todos somos Dios y Dios está en todo. No hay separación. Por tanto,
tenemos una tarea que cumplir: esta es el autoconocimiento.
- ·
Todo está en continuo movimiento. No obstante, a
veces no lo logramos percibir por nuestra limitación temporal. La vida humana
es muy corta para ver los procesos a largo plazo.
- ·
Debemos agradecer por la oportunidad de estar
aquí para aprender. En algún momento decidimos vivir esta misma experiencia.
- ·
Nuestra naturaleza es mortal e inmortal, esto es
un claro reflejo que en el Universo las cosas tienen dos o más naturalezas o
realidades simultáneamente.
Los aspectos mencionados, son
sólo algunos puntos de lo que significan Buddha, Shiva e Inanna para esta
cosmogonía. En estos aspectos se profundizará y se reflexionará. Sin duda, más
adelante aparecerán otros muchos elementos y probablemente se replantearán
algunos de los ya expuestos. Cada vez que meditamos, comprendemos la realidad,
la naturaleza, a los demás o a nosotros mismos, cada vez actuamos con
compasión, que hacemos cambios en nuestras vidas encaminados a ir hacia el
centro, que danzamos, que tenemos contacto con la música o el arte, que hacemos
el amor, que amamos, que hacemos la guerra contra lo que no nos permite ser
plenos y felices estamos adorando, honrando, relacionándonos con estos
arquetipos. Finalmente, son dioses que nos son entregados para interpretar esto
a lo que llamamos “Realidad, Vida, Universo, Dios”.