Tool, una de mis bandas de rock
favorita se caracteriza por hacer magnificas canciones. Una de ellas es
Lateralus, del disco homónimo del año 2001. Navegando en la red encontré un
interesante análisis de este track; el cual cuelgo en este artículo.
Según este vídeo la canción se
basa en la secuencia Fibonacci. Este patrón numérico fue descubierto por
Leonardo de Pisa, también conocido como Fibonacci, en la Edad Media. La sucesión
numérica básicamente describe un comportamiento en el que partiendo del 0 y el
1, cada término es la suma de los dos anteriores. Así, si sumamos 0+1=1, 1+1=2,
1+2=3, 2+3=5, 3+5=8 y continúa hasta el infinito. Lo interesante de este patrón
es que describe el crecimiento de la mayoría de las plantas e incluso de los
animales (conocida como la sucesión de Durero; basado por supuesto en
Fibonacci). De hecho el cuerpo humano comporta este mismo patrón, siendo uno de
los ejemplos más claros las falanges de los dedos.
El punto está en el
comportamiento de espiral que adopta la sucesión. Una espiral ascendente de
hecho y se denota además cierto comportamiento cíclico de la misma, al
describir dicho patrón en forma de
espiral. A este respecto, es interesante ver como esta banda de rock progresivo
(léase también como metal alternativo) no sólo elabora una canción basada en
este secuencia, sino que también proponen una letra que invita al oyente a
vivir de una manera que evoque dicha espiral ascendente. Siempre creciendo
hacia afuera, moviéndose, mutando y abrazando todo aquello que venga en la
experiencia humana. De este modo, estableciendo cierta conexión con el Universo
y la divinidad encerrada en cada ser humano.
En conjunción, más allá de la
compatibilidad filosófica que este concepto supone con mis propias creencias
quiero ver el tema desde el abordaje de Shiva, el segundo dios de mi triada. Es
él el garante del movimiento centrífugo del Universo. El dios que a través de
ciclos de destrucción/re-creación hace que la espiral hacia afuera de la
existencia se mueva y que no permite que la experiencia se estanque; en últimas
es aquel que asegura la renovación y con ello la vida. Si aplicamos la sucesión de Fibonacci a su
arquetipo nos damos cuenta que Shiva al ser el dios de la espiral hacia afuera,
del movimiento y también lo es del crecimiento, del desarrollo. De este modo, y
conectando mi creencia que en la Sombra está lo necesario para evolucionar y
completarse a sí mismo, se puede decir que el dios tiene algún vinculo con la sombra
personal – por algo también es el dios de la naturaleza indómita e ignota
incluyendo la del propio ser humano -.
Por tanto, Shiva es el dios del
crecimiento constante, de los ciclos de renovación, de la muerte y la vitalidad
primigenia, de la sombra y la sabiduría, pero también del equilibrio. No
debemos olvidar nunca el equilibrio que nos enseña del dios respecto de lo que
denominamos “el bien y el mal”. Finalmente, si el patrón de la naturaleza –
entendida en un amplio espectro - nos es develado a través de una secuencia numérica,
de la espiral y de Shiva… por qué no escuchar su voz?
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