Las mejores épocas de nuestras vidas son aquellas en las que acopiamos el suficiente valor como para rebautizar nuestra maldad como lo mejor que hay en nosotros"

Friedrich Nietzsche

sábado, 11 de enero de 2014

Alinearse para el cambio: Me suena a trencito gay!

Comienzo estas líneas con una simple aclaración. Acudo a la iconografía del trencito gay no como un elemento despectivo personal; sino como esa imagen que todos sabemos que existe pero que nadie quiere admitir en público en el inventario de sus referencias mentales. Un hecho evocador de un sin fin de emociones y pensamientos contradictorios y en algunos casos conmovedores.Recurro al imaginario colectivo, porque en lo personal considero que un trencito gay bien ejecutado puede traer una amplia gama de sensaciones placenteras para grandes y chicos. Hago referencia por supuesto al tamaño de los penes y anos.


Cuando escucho en el espectro de una organización o equipo de trabajo la hermosa y muy original frase "alineemonos para el cambio" me imagino a todos los individuos implicados (incluyendo a las mujeres con sus respectivos cinturones porongueros) en un trencito de culiar y ser culiado. Eso si bajo los estrictos dictados de las buenas relaciones interpersonales, la ética profesional y la preocupación por el "orto" del otro. Es por esto que cuando escucho algo parecido me veo inundado por la desesperanza que para mi esboza el juego de tu me jodes-yo te jodo, me fastidias-te fastidio y los dos nos acoplamos a la mierda del otro con el único propósito de hacer más ricos a otros y de satisfacer el pajazo mental de dominar a otros esclavos, como nosotros.


De qué sirve dominar a otros, cuando todos vamos en el mismo barco hacia la mierda? Será acaso el único fin compensar el hecho de no querer aceptar que la vida de la mayoría de nosotros no es más que una mera quimera de libertad, mientras funcionamos en un engranaje para enriquecer y hacer más poderosos a otros?
En fin, alinearse para el cambio no sólo se da en el marco empresarial; también en grupos religiosos, sociales, políticos y en cualquier conglomerado de personas con un "objetivo común".

La pregunta que debemos hacernos es: cuál es la retribución que obtenemos por alinearnos para el cambio? Es tal vez, algo más que la paga de sentirse miserable todos los días cuando nos levantamos para ir a un trabajo que tememos perder y en el que nos sentimos infelices? Está más allá de las promesas de progreso y éxito, en un mundo que hace del éxito la nueva religión de las masas y que siempre impulsa a querer más; creyendo que la felicidad es igual a la palabra éxito?  Obviamente, siguiendo esta lógica nunca seremos felices, porque jamás nos saciamos mientras en el camino vendemos poco a poco nuestra alma y nuestra integridad a cambio de una ilusión de un futuro mejor.

No es entonces más importante, y el paso indispensable, alinearnos con nosotros mismos?

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