Las mejores épocas de nuestras vidas son aquellas en las que acopiamos el suficiente valor como para rebautizar nuestra maldad como lo mejor que hay en nosotros"

Friedrich Nietzsche

lunes, 20 de enero de 2014

Me cansé del miedo

Cómo la mayoría de mis lectores, hay algunas palabras y expresiones que se repetir en varios idiomas: algunas de ellas son “gracias”, “buen día”, “hola”, “¿cómo estás?” y curiosamente “miedo”. Siempre me he preguntado por qué esa palabra en especial se me queda tan fácilmente en la memoria. Puede tener que ver con la importancia que el miedo tiene en experiencia diaria; para mí es una fuerza regidora, que me muestra “los ejemplos” a seguir, que hasta cierto punto se convierte un concepto de orden moral. Pero debo hacerme una pregunta: me gusta que sea así?. La respuesta es un claro, No. No me gusta sentir miedo, por lo menos no tan frecuentemente.

Es así que me doy cuenta que me cansé de sentir miedo. De sufrirlo constantemente en mi vida de pareja, en mi vida familiar, en mi trabajo, en mis relaciones con los demás. Me cansé de dejarme acorralar por el miedo, de no poderme expresar, aceptar y comprenderme a mí mismo por el miedo, especialmente el miedo a la soledad. 


Pero esto no se trata sólo de palabras, se trata fundamentalmente de acciones. No permitiré que el miedo me cohíba, que se convierta en un “anulador “ y “modificador” de la consciencia, en un “supresor” de mi ser. Soy como soy, siento como siento, pienso como pienso.  Y aunque me da miedo asumir la responsabilidad por mi vida lo tengo que hacer como el método de supervivencia de mi propia naturaleza,  de aceptación de mi individualidad, de expresión de la parte de Dios que tengo dentro, del entendimiento que soy como soy por un propósito; de saber que Dios se quiere conocer a sí mismo a través de mí.

También me propongo firmemente dejar de temerle a los que más quiero por miedo a su rechazo. De dejar de lado elementos fundamentales de mi individualidad o personalidad, sólo porque les puede generar inseguridad a quienes me rodean; aplastando así quién soy y produciéndome como mínimo una sensación de no plenitud, desasosiego, de tristeza, de amargura, de rencor y de ira. Cuando la inseguridad que ellos pueden sentir no es más que una proyección sobre mí de sus propios asuntos no resueltos. No es justo para ninguna de las partes.


Quiero recuperarme a mí mismo; volver a sentir como míos, en lo fundamental, valores que para mí son vitales y que he ido perdiendo en el camino; un camino hacia la domesticación. Me es necesario recuperar la fuerza de voluntad, la valentía, la independencia, la ambición, el respeto por mí mismo por encima de todas las cosas, el amor por mi propia experiencia y mis particularidades. En fin, es mucho más fácil escribirlo que hacerlo; pero por algún lado se debe comenzar!.  

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