He escrito en los últimos días un puñado de artículos
que para mí han tenido un tenor claramente identificable:he escrito cada vez
más interesado en cautivar a quién me lee, en hacer agradable mi relato, en
ponerle una máscara a mi propia sombra. La máscara sirve para encubrir algo;
darle otra forma con la esperanza de reflejar otra naturaleza. Que peligrosa
treta que ha tendido el ego!. Qué necesidad tan grande de encajar con las
expectativas de otros seres humanos tiene también mi propia naturaleza!.
Siempre me he considerado una persona que no busca la
aprobación de nadie, pero realmente la aprobación que no busco es la que viene
de mi familia; de mis padres especialmente. Pero en otros ambientes, en otros
contextos busco armonizar a veces desesperadamente. Por qué querer agradar a
personas que no conozco en medio de un proyecto anónimo para exorcizar mis
propios demonios? Por qué querer mostrar valentía, honestidad y sabiduría
(valores que valoro profundamente) ante lectores también anónimos cuando estas tres
cualidades faltan en muchos aspectos de mi vida? He perdido entre líneas,
símiles y palabras floridas el verdadero propósito de este ejercicio!. Por qué
quitarle a mi sombra los rasgos más oscuros, más salvajes, más peligrosos, más
aterradores ocultándola bajo una máscara que la haga más digerible ante los
ojos de otros e incluso de mis propios
ojos? Por qué escindir mi sombra y sólo mostrar el lado más “luminoso” de ella?
Por qué engañarme a mi mismo?
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