Estoy loco, poseído,
Por el influjo de este amor por
la vida y el abismo,
Por las tormentas amenazantes,
Por las flores susurrantes en la
brisa calma,
Y la atronadora presencia de los
vástagos de la impiedad,
Esta pasión que me embriaga y me
revuelve las entrañas,
Me sublima y me deja ver a la
cara a mis demonios,
Gruñéndoles poderoso en la
protección de mi propia magia,
Contemplando al ángel de la
muerte que perturba mis sueños,
Que me hace polvo con cada
exhalación,
Viendo su terrible semblante y la
luz profunda de sus ojos,
Mi reflejo celestial en su
mirada, en tu mirada, en la mirada de todo,
Como un símbolo perenne de
nuestra deidad, de nuestro poder,
De nuestra insignificancia y de
nuestra increíble inmensidad.
Sombra Sombrísima
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